¡ALTO!

27 de octubre, empieza a llover, un día cualquiera, no llevo paraguas.
Salgo deprisa, casi corriendo, semáforo en verde y tú te me cruzas.
Me miras, te miro, te giras, sonríes, me recuerdas, miras la hora.
100 días después y te preguntas: ¿Cuándo dejé de querer a esa sonrisa? No hay respuesta, lo sabes, no lo hiciste.
No nos saludamos.
1 año y nos volvemos a chocar, se nos ve feliz, llevas una pulsera con su nombre, yo le llevo de la mano.
Nos atrevemos a sonreír, desaparecimos haciendo ruido, pero cada vez que nos vemos nada se escucha.
Se paran nuestros pensamientos, pero... ¡Alto! Escucho tu risa, escuchas mis caricias.
Aprendes, aprendo, volvemos a aprender juntos, la mente olvida pero la vista recuerda.
Hay momentos, miradas, sonrisas, canciones, hechos que jamás van a volver a ocurrir, porque lo que sucede cuando una estrella se apaga, no puede explicarse con simples palabras.
Preguntale cómo me brillaron los ojos después de soplar todas las velas que nos separaban de su cama.

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