En una tarde de otoño.
El día que nos conocimos se rompieron todos mis esquemas. No creía en la magia, tampoco en la casualidad, pero, en cambio, empecé a creer en ti, en que podíamos ser un nosotros. No sabía que estar lejos sería la inminente oscuridad. No tenía presente que tu voz pudiese aparecer en todas partes, la gente decía que estaba loca, que no te escuchaban, yo estaba segura de que era porque sus corazones nunca te han pertenecido. Ahora que has desaparecido de mi vida por voluntad propia me pregunto si los sueños de verdad se cumplen. En todos mis cumpleaños pedía el mismo deseo, tenerte siempre en mi vida. Qué palabra más... Cómo decirlo, buf... Fuerte puede encajar. Como encajaban nuestras manos en época de frío. Como encajaban nuestros pensamientos cuando discutíamos y llegábamos a una solución. También me pregunto con quién jugarás a las tinieblas, sí, a perderte en la oscuridad, darme un susto de muerte y pasarte horas mimándome para que me despicara. Las mismas horas en las que podías pas