TINTA BLANCA
Hacer magia con las palabras, teclear al ritmo de los pensamientos y dedicar melodías a un público inexistente. Rodearme del cariño de los aplausos que vienen de la esquina del cuarto, donde está la radio. Pisar flores e imaginarme en pleno centro de Madrid firmando libros con dedicatorias para el recuerdo. Lágrimas que no quieren salir, pero que en un momento de tranquilidad empiezan a emanar de mis ojos. Ojos sin rostro que un día quisieron ser alguien y se quedaron en no sé qué puerta de algún bar. Semáforos en rojo que me separarán una vez más de mi sueño, de mis metas y de vuestras primeras impresiones al ver "Cartas a mi vida" escrito con tinta blanca en una portada que nadie alcanza. Pies sin cabeza y versos sin letra, techos sin paredes y sueños de dementes. Paseos a altas horas de la madrugada, buscando la inspiración ahogada y por casualidad, en la orilla del mar, el canto de sirenas o lo que quiera que sea despertó mi seguridad.