Querida (...):
Querida Joan: Pienso, siento y me lamento. Estoy de pies, mirando nuestra casa. Corrijo, la que podría haber sido nuestra. Estuvimos a un paso de comprarla, ¿recuerdas? Cada vez que pasábamos por aquí nos parábamos imaginando como iba a ser nuestra vida. Los columpios de los niños, a la izquierda de la casa, y a la derecha, el porche con unos grandiosos sofás de color blanco. Los nuevos inquilinos tienen todo precioso, incluso mejor que antes. Todo lleno de flores y con algo que desprende una paz inmensa... ¿Recuerdas cuando la pusieron en venta? No tardamos ni un segundo en mirarnos y tocar el timbre. Si por fuera era bonita, por dentro era el paraíso. Nos gustaba absolutamente todo, no queríamos cambiar ni las cortinas del dormitorio. Me pregunto en qué fallé, todo era tan bonito, ¿en qué jodido momento la cagué? No logré que te quedarás, tampoco que nuestros planes fueran hacia delante. Aunque pensándolo bien, hubiera sido un egoísta si no te hubiese dejado marchar. Era tu s