VOLVERÁ

Solía cruzarme con él todos los años, tenía aspecto triste y cansado. No lo entendía, cuando le conocí rebosaba vitalidad y nunca nunca se cansaba de sonreír. Había pasado mucho tiempo, crecimos y él se quedó apartado.
Dejó de ser el más elogiado para hacerse frio y estremecedor. Las tardes en compañía se sustituyeron por días solitarios. Sus alegres ojos azules se tornaron en un apagado color gris.
Este cambio tuvo tres fases.

  • En la primera lo buscamos, lo llamamos y quisimos volver al pasado, ser los de siempre juntos. Quisimos noches calientes entre copos de nieve. Quisimos ser manta donde no hubiera abrigo. Quisimos ser todo lo que fuimos, pero él pudo con nosotros.

  • La segunda fase fue dura, lo reconozco. Recuerdo vivir esta etapa cuatro veces, pero quizá fueron más. Vimos como todo lo que habíamos soñado colgaba de un hilo, algunos se rompieron, otros se rasgaron, pero los afortunados lo consiguieron. Nadie dijo nada, el silencio nos inundaba cuando él se fue, pero había que volver a empezar, otros nos llamaban a la puerta con ilusión.

  •  La última fase se basó en la superación y es ahí donde volví a saber de él. Fue el día que me crucé con él cuando supe que todo había cambiado, otra vez. Siempre había sido el primero, pero jamás fue tan real como en ese momento. El diferente igual no era quién nosotros pensamos.


Durante mucho tiempo he pensado que su vuelta marcó el antes y el después de mi vida. Pero nunca he sufrido una mayor equivocación. Jamás me he parado a pensar el porqué de este cambio, pero crecimos y enero se volvió un mes diferente. Siempre he hablado de él, ningún enero ha sido como el anterior porque más que mes es principio; y porque más que 31 días es tiempo de idas y de venidas.

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