CAMBIAR DE RUMBO

Suelo pensar que la vida se basa en un folio en blanco. Nosotros escribimos nuestra propia historia, tachamos lo que nos ha salido mal, resaltamos lo que queremos recordar y borramos lo que queremos olvidar. Arrugamos el folio con enfados y daños, lo mojamos con lágrimas, alguien nos ayuda a restablecerlo. Escribimos más hojas, pasamos las páginas, dejamos el escrito a medio terminar, elegimos otro color de tinta cuando decidimos cambiar de rumbo, volvemos al papel usado. Ponemos paréntesis, comas, puntos suspensivos, puntos a secas, puntos finales y podría pasarme horas poniendo más ejemplos. Pero yo lo que verdaderamente quiero es pasarme horas susurrando que te quedes un ratito, que sigas mirándome como sólo tú sabes hacerlo y que no te de tiempo a echarme de menos. Porque quiero que sigas siendo tú el que arregle mis días justo antes de que queme esa página y que si hay que mojar el folio que sea con alegría. Quiero poner comas para respirar tras un beso y puntos seguidos cada vez que cierras la puerta después de recordarme que vas a volver. Porque lo único que tengo claro es que quiero dejar atrás hojas llenas de tachones y subrayar cada palabra que hable de nosotros.

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