Entradas

Querida (...):

Querida Joan: Pienso, siento y me lamento. Estoy de pies, mirando nuestra casa. Corrijo, la que podría haber sido nuestra. Estuvimos a un paso de comprarla, ¿recuerdas? Cada vez que pasábamos por aquí nos parábamos imaginando como iba a ser nuestra vida. Los columpios de los niños, a la izquierda de la casa, y a la derecha, el porche con unos grandiosos sofás de color blanco. Los nuevos inquilinos tienen todo precioso, incluso mejor que antes. Todo lleno de flores y con algo que desprende una paz inmensa... ¿Recuerdas cuando la pusieron en venta? No tardamos ni un segundo en mirarnos y tocar el timbre. Si por fuera era bonita, por dentro era el paraíso. Nos gustaba absolutamente todo, no queríamos cambiar ni las cortinas del dormitorio. Me pregunto en qué fallé, todo era tan bonito, ¿en qué jodido momento la cagué? No logré que te quedarás, tampoco que nuestros planes fueran hacia delante. Aunque pensándolo bien, hubiera sido un egoísta si no te hubiese dejado marchar. Era tu s...

CADA FEBRERO

Estoy aquí, como cada Febrero escribiéndote versos en el cuerpo. Mirándote a lo lejos y sin reflejos. Dibujo el eco de mis pensamientos mientras sueño como cumplir del 1 al 300 sin usarte de recuerdo, sino de velero. Rezo sin creer en monumentos pero sí en el viento, ese que nos hizo estar atentos y conocernos ¡sin miedo! "He vuelto" me dices con el intento de tener el sustento de unos besos y el tiempo entre tus dedos. Me pierdo si no te veo. Me siento lejos, por eso te espero. Aquí, como cada Febrero.

CAMBIAR DE RUMBO

Suelo pensar que la vida se basa en un folio en blanco. Nosotros escribimos nuestra propia historia, tachamos lo que nos ha salido mal, resaltamos lo que queremos recordar y borramos lo que queremos olvidar. Arrugamos el folio con enfados y daños, lo mojamos con lágrimas, alguien nos ayuda a restablecerlo. Escribimos más hojas, pasamos las páginas, dejamos el escrito a medio terminar, elegimos otro color de tinta cuando decidimos cambiar de rumb o , volvemos al papel usado. Ponemos paréntesis, comas, puntos suspensivos, puntos a secas, puntos finales y podría pasarme horas poniendo más ejemplos. Pero yo lo que verdaderamente quiero es pasarme horas susurrando que te quedes un ratito, que sigas mirándome como sólo tú sabes hacerlo y que no te de tiempo a echarme de menos. Porque quiero que sigas siendo tú el que arregle mis días justo antes de que queme esa página y que si hay que mojar el folio que sea con alegría. Quiero poner comas para respirar tras un beso y p...

A NUESTRA MANERA.

Apenas quedan escasos días para irme. Irme de aquí sin preocuparme de los recuerdos. Recuerdos que me quedarán dentro de un mes. Mes lleno de miedo, por supuesto que sí. Sí es lo que te respondería después de una última oportunidad. Oportunidad que desperdiciaste o que, simplemente, nunca llegó. Llegó la tormenta y el frío y junto a él, la soledad. Soledad me llamaban cuando apareciste. Apareciste como el sol en verano. Verano que nos pasamos entre playas y aeropuertos. Aeropuertos que nos guiaban a puertos desiertos. Desiertos nos hubiéramos quedado el uno sin el otro. Otro se hubiera reído de nosotros. Nosotros éramos felices a nuestra manera. Manera extraña la nuestra de despedirnos. Despedirnos de nuestra anterior vida por completo. Completo era nuestro desayuno de las mañanas. Mañanas desesperadas por llegar pronto a trabajar. Trabajar con el fin de llegar a casa y verte. Verte despierto o dormido, me daba igual. Igual es hora de marcharme. Marcharme antes...

ENTRE LO BLANCO Y NEGRO...

Siempre me han dicho que las cosas no son blancas o negras, todo tiene algo bueno y también algo malo... Pero dime tú cuál es el término medio porque yo nunca lo he encontrado y es que, cada vez que te has ido, me has dejado vacía.  En cambio, cada vez que has decidido quedarte a pesar de todos los incendios en invierno, me has recordado que la noche de lobos es menos oscura con tu espalda en mi pecho. Explicame tú qué es el miedo si nunca has sentido como unos dedos se desenlazan de tus manos o cómo la voz que quieres sólo se escucha en tus sueños. Y cómo explicarte qué es ser feliz al acordarme del paso que me llevas, del beso que casi nos dimos en el portal de un desconocido y de cómo me llenas la copa en una noche de esas que no tienen recuerdos, salvo eso de amanecer en nuestra cueva. Ahora bien, si hay colores entre la felicidad y que tú me faltes, probablemente estén en esos días que te tengo pero no estás, cuando vuelves un lunes de fiesta o cuando después de una tarde...

¡¡¡FELIZ 2016!!!

(Des)esperado Enero: Por fin nuevo año, por fin nuevas metas, retos, pensamientos. Menos mal que has llegado y ¡cómo me alegro de que hayas venido con cosas tan bonitas! Apenas llevamos 4 días en el 2016 y ya has repartido muchas risas, sonrisas y ¡mucho, mucho amor! Entre todas las caricias. Hay personas que se fueron de mi vida, Otras volvieron con un poco de miedo. Y otras siguen aquí, Año tras año. Muchos vinieron por sorpresa, sin avisar y por una casualidad. A esos consérvamelos y dales una oportunidad para que vivan su vida muy cerca de la mía. Me quedan miles de lugares por recorrer, kilómetros de magia que pisar y muchas alegrías que regalar. Tengo unos cuantos sueños que cumplir, sueños de los que me olvidaré una vez realizados, como cada año. (Pero tú házmelos llegar) Y ya era hora, tengo 362 días para volver a empezar, para darle valor, calor y color a mi alrededor. Espero que me des muchos abrigos en forma de amigos, que me regales la vida tan intens...

100

Porque es verdad, aún recuerdo tus miradas, las líneas de tus manos. Recuerdo tus rebotes por llevar los ojos abiertos hasta en los momentos más intensos. Recuerdo tus cosquillas producidas por mis pestañas y nuestros enfados, esos que terminaban media hora después con una caricia. Reconozco tu voz hasta en el tono que jamás escuché. ¡Reconozco que pudieron pasar (y lo hicieron) mil manos tapando mis ojos pero que cuando eras tú el que me tocaba se notaban diferentes! Tus dedos derrapaban sin frenos por mi cintura y tu motor se paraba cuando me tenías enfrente. Éramos invierno, fríos y serios pero juntos nos convertimos en el puto verano de Sevilla, a 40°C cada vez que nos rozábamos, que me sonreías y a 60°C cada vez que no pudiste darme un beso y pusiste esa cara de niño pequeño. Porque aquello que eres ahora es un pedazo mío y que hoy estás dando saltos de alegría porque un día aprendiste a querer y supiste lo que era echarme de menos en esas noches de verano.